No sé muy bien por dónde empezar. Tanto el viaje como el blog, pero vamos a intentarlo. Primero, por orden, explicando el título. No sabía bautizarlo, así que, robé el nombre (lo siento, Bizarrap y Residente). Esto es algo que no tiene mayor objetivo que el divertimento; propio, al realizarlo, y ajeno, si es que alguien se entretiene leyéndolo -malo será-.
El inicio, con apropiación nominal, igual no es lo más prometedor del mundo, pero os cuento. Como soy muy impulsivo y de pensar poco y mal, este verano, en otra aventura en Guatemala (parece más valiente o interesante cuando lo cuento de lo que es en la realidad, os lo juro), conocí a muchas personas que viajaban sin ruta fija, sin billete de vuelta y hasta que el cuerpo y la cartera aguantasen) En resumen, me pareció un planazo. Quería hacerlo sí o sí.
Y esas cosas, sin meditarlo mucho, me animaron a cumplir un sueño pendiente (o al menos, a intentar hacerlo): recorrer Sudamérica por libre. Con una idea de viaje demasiado ambiciosa, un pelín de acojonamiento y la dificultad añadida de ser un apocalipsis en cuanto al orden, me lanzo a ello. Sin ningún afán mayor que el de satisfacerme a mí mismo. Una excursión lejana de puro hedonismo, holgazanería y goce personal, que no es poco.
Más o menos, durante un par de meses, o eso es lo que me ronda el pensamiento -sinceramente, no tengo ni idea de si volveré antes o después de lo previsto ni, por consiguiente, de la duración de este blog-, intentaré contar mis historias. Que no serán nada fuera de lo normal, ya que estas cosas las hacen bastantes personas, sobre todo, desde que se volvió a abrir el mundo tras la pandemia. Lo único que yo, por suerte, tengo la oportunidad de contarlo. Insisto, viajaré con menos penurias y valentía que muchos otros, ya que, aunque no me guste, peco de sibarita y cómodo, por lo que me vendrá bien todo este berenjenal. Igual me habría servido hacer el Camino de Santiago durante unas semanas para aplacar mis ansías pero, no sé, ya si se hace, que sea a lo grande.
Ahora, justo en el momento de comenzar, da vértigo. Pero eso siempre es bueno. Sé que serán unas semanas de todo menos aburridas. Por suerte, he tenido la posibilidad de viajar más de lo que imaginaba y soñaba, lo que me ha ido curtiendo, pero nunca de esta forma, por lo que hay cosas que dan algo de canguelo. Voy a una zona del planeta que no puede ser más excitante y picante social, cultural, gastronómica, política, geográfica y biológicamente hablando. Citando al autor del título de este blog, con escuchar la canción Latinoamérica, de Calle 13, se entenderá bastante mejor lo que quiero decir (un múltiple ganador de Grammys que escribe sus propios temas y yo. No hay color). Y no voy a negarlo, existen inquietudes y prejuicios sobre la seguridad que rondan el pensamiento. No es Europa, o sea, toca cambiar el chip y adaptarse a nuevas realidades. En definitiva, aprender.
Sin hacer spoiler sobre los lugares que voy a visitar, mi objetivo es pisar cinco países; recorrer los más de 10.000 kilómetros que existen entre dos lugares que tengo en mente; bañarme en el Caribe, Pacífico y Atlántico; además de, lo más importante: comer, beber, conocer, asombrarme, cansarme, echar de menos y disfrutar del camino (así, grosso modo). No está mal la previa. La siguiente actualización, si todo va bien, con otro huso horario.