El Escenario Santander abre sus puertas a las 20:00 horas y tras atravesar un Parque de Las Llamas vacío llego a la puerta exhausta y calada. Una vez dentro, el diluvio universal ha dejado mella en mi ropa y hay que pasar por el secador de mano del baño. Allí un par de chicas comentan “Me esperaba que hubiera más gente” y se cuestionan “¿La gente no ha tenido infancia?”. No puedo estar más de acuerdo, todos mis estados del Messenger y Tuenti llevaban un “Mi eStreLLa bLanCa☆”.
Salgo del baño y a medida que pasan los minutos, el Escenario se va llenando a ritmo de míticos temas. Tanto flamenkito me pone nostálgica y me hace traslardarme a mis 16 años, allá por 2012, Fondo Flamenco lanzaba “Surología” y anunciaba su última gira. Más afectada por la noticia que cuando escuché “El último adiós” por primera vez, saqué entradas para Bilbao y allá que nos fuimos un viejo amigo y yo en una noche igual de lluviosa que esta pero a más de 100 kilómetros de aquí.
Quedan 5 minutos para que empiece y desde dentro veo que la cola cada vez es más larga. Como se nota que lo de dejarlo todo para el último momento es typical spanish.
¡No queda nada! Las 21:02, los músicos salen al escenario y ya se oyen los primeros acordes. No podía ser de otra manera, no había otra forma de empezar este viaje de casi dos horas que con el “una vez soñé lo que el futuro me deparaba”. De repente los últimos 10 años no habían pasado, volvía a sonar “Mi estrella blanca” y los asistentes sacaban sus móviles para inmortalizar este momento y volver a ser los jóvenes enamorados que un día fueron y que nunca más serán.
Tras un comienzo por todo lo alto, Antonio, Astola y Rafael llevan en volandas a los allí presentes gracias a “El misterio”, “Intento” y “Me encanta”. El público está entregado, la chica de mi lado aclama “Madre mía, no puedo más”. La emoción es evidente en sus palabras y en su rostro.
Por si con estos temas no hubieramos tenido suficiente, otro dardo directo al corazón al escuchar el “paseo por las huellas que dejan tus zapatos, me escondo pa' mirarte en el humo de tu cigarro…”
Van pasando los minutos como si fueran segundos y de repente me encuentro gritando “eres tú la última pieza del rompecabezas de mi vida, eres la parte que me complementa, que si tú eres la luna, yo seré la tierra”. A veces, sin darme cuenta, la emoción me sobrepasa y no sé si es por las tardes en el parque comiendo pipas y escuchando en bucle a estos tres sevillanos, por quién me rompió el corazón y le dediqué la discografía completa o por estar aquí y ahora como si el tiempo no hubiera pasado.
“Acariciándote”‘, “Lo nuestro”, “Tus muletas”, canciones que marcaron una generación siguen sonando como si por ellas no hubiera pasado el tiempo. De repente, un poco de bailoteo al ritmo de “Sarandonga”, el público no puede estar más entregado. “Perdóname”, “Princesa” y “Tu retrato” son los siguientes temas que llevan en volandas al público quienes encienden sus linternas y mecheros para hacer ambiente aun más cálido.
El concierto va llegando a su fin y suenan dos de las canciones que han marcado mi vida y la de tantos fans. “¿Qué tal? No esperaba volver a verte. ¿Cómo estás? Al tiempo se le olvidó pasar por ti” y “Hoy que solo quiero ahogarme en mi vaso, hoy que inspiro el suspiro de tu último adiós”. No hace falta ni que diga los títulos, todo el mundo sabe cuáles son.
Los músicos siguen tocando, un nuevo tema ve la luz, para después volver a “Ójala”, “Sevilla” y para acabar “Dos días”. El tiempo que me gustaría que durase este concierto, pero no puede ser, parece que ya acabado. Las luces se apagan, el escenario se queda vacío, salvo por un guitarrista que parece que al igual que yo quiere que esta noche no acabe nunca. Una chica de primera fila pide a gritos “Mi estrella blanca” y otra vez, no podía ser de otra manera, no había otra forma de acabar, sonaba el “una vez soñé lo que el futuro me deparaba” y de repente los últimos 10 años no habían pasado, volvía a sonar “Mi estrella blanca” y esta vez en lugar de Tuenti, la frase es perfecta para el Instagram.
Y al igual que todo empieza acaba, y así terminaba una de las noches más bonitas, una noche que me acercaba a la joven que fui y que siempre llevará a estos artistas en el corazón.
Aunque parece que si, espero que no sea la última. Por siempre, Fondo Flamenco.