Hace más de 4 años iniciamos en Cantabristas un proyecto que tenía como fin mejorar Cantabria y la vida de las personas que la habitamos. Desde entonces, no hemos dejado de trabajar para construir un proyecto de modelo integral y transversal que aporte nuevas ideas que blinden para todas las personas de Cantabria el derecho a vivir dignamente en nuestra tierra.
Con humildad, pero también con paso firme, hemos conseguido poner sobre la mesa los temas que verdaderamente importan, de forma responsable, estudiando los contextos y las vías que podían servir para Cantabria y su gente de manera sostenida y sostenible.
Así, hemos logrado además hacer que otros partidos hablen de los grandes temas que nos ocupan y que nos condicionan en la manera de vivir y de desarrollarnos, como es el caso de la comarcalización de Cantabria, el proyecto de transporte público y de vertebración del territorio, del problema de la vivienda, del modelo de turismo, de las políticas del hormigón, del arboricidio perpetrado por el Ayuntamiento de Santander; del abandono de nuestro patrimonio, de nuestras boleras, de nuestra lengua… que advierten de la importancia de un partido como el nuestro para impulsar cambios visibles en nuestra comunidad.
Pero solo hay una manera de que estas propuestas se materialicen en cambios reales. No hemos tenido en estos años los medios económicos ni la proyección en los medios de comunicación que sí han tenido otras formaciones, pero contamos con lo más importante: nuestra capacidad de trabajo y la confianza y la ilusión de la gente que sabe que Cantabria puede ser mucho más de lo que le han obligado a ser, que sabe que es posible ver en las instituciones a personas que le representen y que defiendan lo más fundamental y que no trabajan para ocupar espacios de responsabilidad si no es para germinarlos y generar en ellos dinámicas que beneficien al interés general de los cántabros y cántabras.
Ante un escenario de constantes amenazas para Cantabria solo quedan dos opciones: mantener la inercia de lo que nos ha traído hasta aquí, las fuerzas políticas de siempre, que se presumen útiles pero que, en realidad, ya no funcionan y que nos conducen inevitablemente a un modelo que sabemos que es caduco e insostenible o apostar por el aire nuevo de una fuerza emergente que tiene un proyecto concreto para mejorar las condiciones de nuestra tierra y que lo ha demostrado en estos años de actividad sólida y constante.
Cantabria se merece otra cosa: que la cuidemos como nos acoge, que le devolvamos lo que nos da, como mínimo, que creamos en ella. Pero no solo porque sí, sino porque es la única manera de que eso repercuta en la mejora de nuestras condiciones de vida, de nuestro presente y de nuestro futuro. Solamente creyendo en ella y en la capacidad de nuestro pueblo para transformar la realidad, la cambiaremos verdaderamente, todo lo contrario ya está probado. Por suerte, todo esto de lo que hablo está nuestra mano, en la de todos y todas, en definitiva, para conseguir todo aquello que Cantabria merece.