En las carreras de caballos existe la máxima de que el caballo ganador que deja de hacerlo es asesinado a punta de pistola. En la vida en general y en el fútbol en particular existen personas que son literalmente eso, caballos ganadores. El aficionado al futbol de Cantabria, está soportando a dos en los banquillos: Luis Enrique Martínez y Guillermo Fernández Romo.
Muy diferentes en su propuesta de juego, pero similares en su forma de actuar, tanto Luis Enrique como Romo comparten una actitud de caballo ganador. Sus ruedas de prensa, en las que muestran su total desprecio por el trabajo de la prensa, su total liderazgo en los equipos que dirigen y su conexión en los buenos momentos con el público de sus equipos los colocan como más que dignos alumnos de la escuela mourinhista.
En España existen dos tipos de periodistas deportivos: El boomer cuñado de derechas, quién encarna con extrema precisión Manolo Lama o Paco González en COPE o Pedererol y secuaces en El Chiringuito diciendo que la solución consiste en “chutar más” y “poner huevos”, y el panenkita moderno, que ya ha colonizado la mayor parte del discurso futbolístico; con Miguel Quintana como su máximo exponente, su admiración por el juego de posición y la escuela catalana/guardiolista los convierte en auténticos inquisidores de quién osa practicar otro estilo.
La llegada a Twitch de Luis Enrique no es más que el último capítulo de una guerra. Apoyado por los panenkitas, a quienes mira desde arriba, desde su andamio de ego, como le bailan el agua, para después negarles cualquier tipo de acercamiento en forma de entrevista, y en clara oposición al periodismo COPE, con los que libra batallas desde su época de jugador, el técnico gijonés decidió comunicarse con su público de forma directa.
En esta carrera de “Lucho” y sus chicos contra todo se ha chocado primero con Japón y después con Marruecos. El caballo ya no gana y toca dispararle. Ya el martes, apenas unos minutos después del partido, en COPE se ponía la cabeza del técnico en una pica. Ni hablar de Juanma Rodriguez, que culmino le montaña de desprecios hacia el técnico y sus elegidos en una noche apoteósica en El Chiringuito. Ir contra la prensa es un mal negocio, solo rentable mientras los resultados salgan y, después de una carrera llena de éxitos, Luis Enrique ha dejado de hacerlo. Él sabía las condiciones, debe irse, el caballo ex ganador debe aceptar su destino.
La “Romoneta” viaja por la misma vía. A punto de recibir la bala en las pasadas Navidades por su resultadismo extremo, que parecía no ser suficiente para ganarle el cuerpo a cuerpo al caballo coruñés. Guillermo logró levantar al equipo y dejar en la lona a un Depor que aún no levanta cabeza mientras su Racing ya galopa en el futbol profesional.
Ahora, tras un inicio de temporada complicado y una muy buena racha para compensarlo, el técnico vuelve a tener la pistola en la nuca. El partido de hoy contra el Ibiza, el del próximo domingo frente al Mirandés y el viaje a Cartagena pueden dictar sentencia. Si el caballo no gana esta carrera frente al descenso, será disparado. En el argot futbolístico, Romo no “se comerá los turrones” en el cargo.
La prensa con la que está enfrentado desde su llegada ya empieza a preparar el terreno. Cada crítica al juego del equipo, además de actuar sobre la opinión pública de los racinguistas, sirve para animar a una directiva de gatillo fácil con los entrenadores. En Santander los periodistas llevan muy mal no influir en el club desde fuera y el líder carismático y popular que representa Guillermo, más que evidenciado en aquella frase desde el balcón del ayuntamiento, les incomoda a niveles no imaginables para el aficionado corriente. No hay vuelta atrás posible. Tres carreras para el caballo, tres finales para el Racing de Santander. Solo los resultados salvarán a Romo.